“No olvidamos todo lo que se consiguió gracias a nuestros creadores,
pero ahora somos nosotros los que debemos avanzar,
y daremos nuestro esfuerzo y nuestra sangre por ello.”
Diario de sesiones del foro de la Unión,
intervención del representante Kastan Esir
“Empecemos por las presentaciones, yo soy Elinar, miembro de la orgullosa Orden de los Protectores, ?Y tú?” El fanfarrón ahora tenía nombre, pero no por eso era menos misterioso. Su forma de hablar denotaba falta de seriedad y formalidad, pero sus firmes movimientos indicaban lo contrario. “Yo soy Wagner, cazador en la linde del bosque.” “Ahora que nos conocemos mejor podemos tomarnos algo, y te cuento los detalles…. es lo que me gustaría decir, pero el buen posadero ha dejado claro su disposición hacia mí. Sería aconsejable buscarnos otro sitio primero,” dijo Elinar, asegurándose de ser oído en todo el establecimiento. En ese momento, Wagner se dio la vuelta, para advertir algo en lo que debería haber reparado antes. El local se había quedado casi vacío, a excepción de unas pocas mesas y el tabernero, todos mirándolos con expresión de pocos amigos. “Yo siempre buscando nuevas formas de aumentar nuestra fama,” pensó Wagner. Cuando Elinar salió, Wagner simplemente lo siguió en silencio, con la cabeza baja.
Caminaron hacia la entrada de la empalizada, donde se encontraba la “mejor” taberna del lugar, lo cual significaba precios más caros por bebidas marginalmente mejores. A esta hora siempre se encontraba abarrotada, y cuando se acercaron a las mesas en su exterior no pudieron encontrar ninguna vacía. Elinar ni siquiera intentó buscar dentro, y simplemente se acercó a una de las mesas más apartadas, pegada a la valla que delimitaba el establecimiento. Un par de milicianos estaban sentados tranquilamente charlando y bebiendo su mejunje, en un claro estado de embriaguez por las risotadas que soltaban. No vieron acercarse a la pareja hasta que estuvieron lo suficientemente cerca como para que sus sombras se proyectaran sobre la mesa. “Hola chicos, os veo bien,”Elinar continuó hablando sin dejarles responder. “?Podríais hacerme un favor? necesitaría la mesa para una charla rápida con mi amigo, os la devolveremos enseguida.” Uno de los hombres, el que Wagner pensaba que se llamaba Tin, fue el que respondió. “Ya hemos terminado nuestro turno, vete a molest….” Mientras contestaba y se daba la vuelta en su silla, movió su brazo, aún con la jarra en dirección a la cara de su molesto interlocutor, solo para encontrarla parada en seco en un agarre por un guante marrón. Este no hizo ningún otro gesto, se limitó a mirar a los dos soldados sentados, sus expresiones tornándose un poco pálidas al ver con quien hablaban. Tras una breve mirada entre ellos se levantaron lo más rápido que su estado les permitió, y con un torpe saludo se marcharon dentro del local sin mirar atrás.
Elinar fue el primero en sentarse, acomodándose en la silla e inclinándola hasta chocar con la valla que tenía detrás. Wagner necesitó un par de gestos por su parte para salir de la ligera estupefacción en la que se había encontrado. Todo el mundo hacia al menos algo de caso cuando un miembro de la Orden te decía algo, pero pocas veces había presenciado un servilismo tal, casi como si le temieran. Se sentó en la silla libre, ahora con la mente un estado de mayor alerta que antes. Ajeno a sus preocupaciones, Elinar empu?ó una de las jarras sobre la mesa y le dio un largo sorbo.
“Ah, mucho mejor.” Dijo Elinar, mientras se acomodaba. Wagner, cansado de seguirle el ritmo, habló primero. “Déjame aclarar primero que mi intención es solo escuchar, las circunstancias y el pago no me parecen para nada a la par del trabajo descrito.” “?Para que necesitas un cazador en una misión de exploración? Mi ayuda no debería ser mejor que la de cualquier miembro de los tuyos, y por ese precio deberías poder contratar muchas más manos.” De nuevo, Elinar se limitó a sonreír, y darle otro sorbo a la bebida. Eso irritó a Wagner, pero se obligó a mantener la calma mientras apretaba los pu?os debajo de la mesa. “Primero,” dijo Elinar levantando un dedo, “lamentablemente no he podido traer a ningún camarada conmigo a esta investigación por el sencillo motivo de que no hay ninguno disponible.” Con un exagerado aspaviento de las manos prosiguió, “todos se hallan a punto de partir a una subyugación de bestias de clase 3 al oeste, en dirección contraria a la cueva.” “Su divino deber les impide ayudar en esta tarea hasta haber cumplido su cometido, así de nobles son.” La excesiva teatralidad de sus gestos le restaba credibilidad, hasta el punto de casi parecer estar siendo sarcástico cuando se refería a sus hermanos y hermanas. Wagner no sabía si estaba intentando hacerse el gracioso para ganárselo, pero tenía claro que no estaba funcionando.
Como no se vio interrumpido, Elinar continuó. “Además, las buenas gentes de esta zona recelan fuertemente de mis ofertas, sin importar lo que les ofrezca. Lo cual, me parece muy triste, solo intentamos dar nuestro mejor esfuerzo para protegerles y así nos reciben…” por un instante, Wagner creyó ver un destello de verdadero pesar detrás de aquella máscara estrafalaria, pero se desvaneció como polvo en el viento. “Y por eso, mi joven amigo, estaba tan desesperado por encontrar alguien que pudiera ayudar.” Habiendo terminado su peque?a escenificación, su tono se volvió un poco más formal, aunque no su forma de hablar. “Será una expedición bastante corta, la verdad, por lo que me han dicho la grieta se halla a tan solo dos horas de camino hacia el noreste, en las Monta?as de los Tres Dedos. Si nos damos prisa incluso podemos ir hoy y volver ma?ana.”
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Elinar levantó el segundo dedo. “Tu tarea será, obviamente, guiarme hasta allí, ya que no hay caminos directos para llegar. Luego, me cubrirás las espaldas mientras investigo lo que quede, no vaya a ser nos pillen con los pantalones bajados.” Por primera vez, Elinar hizo una breve pausa, como si meditará sus próximas palabras. “Tu sueldo será tan alto como plus de peligrosidad, por la improbable posibilidad de despertar algún ser malhumorado de las profundidades. Aunque no creo que ocurra, y lo más peligroso que me he llegado a encontrar otras veces ha sido el ocasional terroso, haciendo su hibernación”. Sonrió mientras hablaba. “Y un clase 3 no es problema para mi, así que puedes estar tranquilo.” Wagner abrió un poco más los ojos al escuchar esto. Los terrosos eran grandes bestias con corazas de placas que los protegían de ataques físicos, y colmillos capaces de arrancarte un brazo siquiera te rozaran. Normalmente solo se les veía por el campo en las estaciones cálidas, cuando salían a buscar comida. El resto del tiempo excavan túneles, con sus poderosas garras especialmente dise?adas para ello, y se ocultaban a gran profundidad. Po ello, no solían ser un problema si sabías buscar las se?ales de su presencia, aunque si tenías la mala suerte de encontrarte uno era poco probable que pudieras huir de su mal genio. El simple hecho de vivir para contar un avistamiento era suficiente para ser invitado a contar la historia durante una semana en los bares, y solo eran cazados por partidas de veteranos.
“Por último,” dijo levantando el tercer dedo, “si aceptas el trabajo te pagaré la mitad ahora. La otra mitad si volvemos con vida.” Esta vez, su sonrisa se torno casi sardónica, como si le estuviera retando. Wagner entendía como estaba intentando enfadarle para manipularle, y si no necesitará tanto el dinero se habría negado de inmediato.
Wagner se recostó en su asiento, la madera crujió levemente como respuesta. Demasiadas cosas estaban pasando hoy, y estaba empezando a quedarse mentalmente exhausto. Ya sabía cual iba a ser su respuesta, y su nuevo “amigo” también parecía tenerle calado. Tras un largo sorbo de la restante bebida sobre la mesa, respondió. “Se donde están las cuevas, no es una zona peligrosa, e incluso he estado dentro en alguna limpieza de alima?as. Nunca vi nada parecido a lo que describes, las formaciones rocosas de la zona no tienen signos de civilización, y solo en los últimos a?os se han empezado a explotar, antes eran completamente desconocidas.” Con un gesto de la mano espanto algunos molestos insectos revoloteando a su alrededor, con más fuerza de lo normal. Elinar escuchó, mientras rebuscaba en sus bolsillos. “Bueno, pero si tengo un experto en la zona, esto debe ser cosa del destino,” dijo Elinar, poniendo un cristal amarillo sobre la mesa. “Tenemos un trato entonces, y yo tengo un poco de prisa.” Se levantó con resolución, sin esperar respuesta. “Voy por las provisiones que tenía preparadas, espérame en la puerta del pueblo.”
Mientras Elinar se alejaba a paso resuelto, Wagner se quedó clavado en su sitio, aún sin tocar la translúcida pieza sobre la mesa. No podía dejar de darle vueltas. “No sé si este trabajo ha sido una inspiración divina o una condena. Podría solucionar todos nuestros problemas, o acabar mi vida de la forma más estúpida, no hay término medio.” Wagner nunca había sido muy devoto. Evitaba ir a cualquiera de las iglesias en lo posible, y solo conocía superficialmente las características de los dioses. Sabía que Lux, el dios de la Iglesia del Sol, era el creador de todas las criaturas que no se alimentaban de otros seres vivos y evitaban en lo posible el conflicto, sus aspectos eran la protección, la sanación, la honestidad, la seguridad… y muchos otros que cualquier feligrés estaría encantado de recitarte. Sus más allegados (los más vanidosos) tendían a considerarlo el dios principal, a pesar de estar en equilibrio con las atribuciones directamente opuestas de su contraparte, la diosa Nial. Su Iglesia de la Luna tenía el mismo peso, al menos en las tierras pertenecientes a la Orden, donde se profesaba una verdadera igualdad entre los dogmas. Suyas eran aquellas creaciones que veían en la lucha por sobrevivir la mayor expresión de vida, y la gente la pedía fortaleza en la adversidad, valor en las nuevas aventuras, poder para derrotar a los enemigos… y cualquier otra cosa relacionada con la libertad de labrarte tu propio destino. En ocasiones como está, Wagner nunca sabía a quién debía consagrarse. ?Debía pedir misericordia a Lux, que le protegiera de cualquier mal en su camino para poder sobrevivir? ?O, por el contrario, necesitaba fuerza y arrojo para enfrentar las criaturas, y por ello ofrecerse a la diosa de la caza, Nial?
No tenía mucho tiempo para pensárselo, su nuevo patrón parecía realmente ansioso por realizar esta expedición. No podía hacerle esperar, pero tampoco podía irse sin solventar sus deudas. Recogió el cristal en la mesa con sumo cuidado, casi con miedo de romperlo, y corrió de vuelta a donde había dejado a su hermano convaleciente.
Cuando llegó al portón de la iglesia, la joven monja de antes estaba despidiendo a algunos lugare?os, probablemente haciendo una ofrenda para pedir salud y longevidad. Se acercó a ella con rapidez, y de forma casi brusca extendió la mano con sus nuevas ganancias. Ella lo miró sorprendida, pero lo cogió sin hacer preguntas de donde lo había sacado. No estaba en sus creencias dudar de la buena voluntad demostrada. únicamente vio preciso puntualizar una cosa. “Puede que sobre algo, te devolveré lo posible.” El la rechazó con un gesto de la mano. “No necesitaré las vueltas, mejor úsalas para pedir por mi.” Ella simplemente asintió con la cabeza, mientras le dedicó una sonrisa de comprensión casi maternal. Mientras Wagner se alejaba, ponderó su decisión. Había elegido la opción más segura, pero no tenía claro si era porque simplemente le pillaba de camino, o porque tenía un mal presentimiento.