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Capítulo 11: Aprendiendo y enseñando.

  (Hace aproximadamente media hora, desde la perspectiva de Mirella)

  Estoy tan feliz... ?Luciano me encargó hacer algo muy importante y dijo que confía en mí! Ojalá siga diciéndome esas cosas tan bonitas.

  Volé lo más rápido que pude hasta llegar a la entrada de la cueva en la que vivimos todos. No había nadie, así que esperé en la cima del tonto árbol en el que siempre me quedaba a dormir antes.

  Uhm... Mejor me voy a otro árbol. Este es muy feo.

  ?Qué estará haciendo Luciano en este momento? ?Estará pensando en mí o estará mirando a...?

  "?Tonta Aya, espero que no estés haciéndole algo malo a Luciano!" Grité, no pude evitarlo.

  Luciano… Luciano… ?Lucianoooo! No puedo sacarlo de mi cabeza. No es mi culpa, ?verdad? Después de todo, él es increíble. ?Es el mejor humano que existe! Es fuerte, inteligente, encantador y siempre tiene esa mirada amable y divertida. ?Cómo hace para ser así?

  ?Yo podré ser como él en algún momento?

  No importa lo que pase, siempre encuentra la manera de salir adelante. Me gusta la forma en que se rasca la cabeza cuando piensa demasiado. Y cuando sonríe... oh, cuando sonríe. ?Su sonrisa siempre es un regalo! Si hubiera una manera de guardarla entre mis manos y verla cuando quiera, lo haría sin dudarlo.

  Desde que me liberó de la piedra extra?a, he sentido que mi vida tiene sentido. Antes… antes no recuerdo nada, pero eso no importa. Lo único que sé es que mi existencia es gracias a él.

  No hay nada que me haga más feliz que estar a su lado, ayudarlo, protegerlo, hacer que se ría, verlo bien.

  Pero... ?esa Aya...! Ahora parece que él solo la mira a ella. Tal vez sea por esa voz tranquila que tiene, y también por ese cuerpo enorme y perfecto. Ugh. ?Por qué tiene que ser tan misteriosa y madura? Luciano la mira con interés, lo sé. ?Y no me gusta! Encima, ahora ella es quien lo está ayudando a aprender magia. Yo también puedo ayudar, ?saben? ?Yo también tengo magia! ?Soy un hada!

  ?Y si ella quiere terminar siendo su mejor amiga? ?Claro que no lo permitiré!

  ?Ahí vienen!

  Me bajé del árbol y me posé sobre una roca, esperando a que ellos me vieran.

  "?Miren, es Mirella!" Gritó la mamá de Luciano y vino corriendo hacia mí, arrodillándose sobre la tierra.

  "??Sabes dónde está mi hijo?!"

  "?Sí! él me envió para que les dijera algo muy, muy, muy importante".

  El papá de Luciano se puso al lado de Rundia.

  "?En serio? Por favor, dile que lo hemos estado buscando todo el día".

  Mientras pensaba bien en cómo decirlo, miré a la amable Samira y a su tonta hermana, que escuchaban atentamente detrás de mí.

  Una voz dulce... Una mirada tierna... Estoy lista.

  "Luciano está bien. De hecho, está haciendo algo muy importante... ?Está aprendiendo más sobre su magia para poder ayudarlos mejor a todos!"

  Cerré los ojos, esperando a que al abrirlos todos tuvieran una gran sonrisa en sus caras.

  "??Cómo!? ??Su magia!? ??Quién se cree que es?! ?Dile que vuelva ya mismo! ?No quiero que haga nada peligroso!"

  Abrí un ojo lentamente al escuchar la voz fuerte del papá de Luciano.

  Sí lo dije lo más dulce posible, ?cómo es que se enojó? ?No se suponía que debía pasar eso!

  "??Qué estás diciendo?! ?Luciano se está esforzando mucho para aprender a usar su magia! Y ahora está con Aya... ?Ella lo está cuidando...!"

  ?De verdad lo estará cuidando?

  "Y no está haciendo nada peligroso, solo está practicando para ser más fuerte. ?De verdad quiere aprender a protegerlos a todos!"

  Vi que apretó los dientes con fuerza.

  "?Aya? ?Magia? Luciano es solo un ni?o. ?No deberías dejar que haga cosas peligrosas! ?Dime ya dónde está, así voy a darle una lección!"

  Mientras tanto, Rundia se quedó mirándonos cómo gritábamos, sin decir nada.

  En ese momento, me di cuenta de que probablemente debería haber suavizado aún más el mensaje. Y mi intento de presentarlo de forma 'tierna' solo había hecho que se preocuparan más. No sabía qué más decir para calmarlos y no podía evitar enojarme.

  "T-Tú no tienes idea de nada de lo que Luciano puede hacer", dije, se?alándolo con un dedo.

  De reojo pude ver a la tonta Suminia irse dentro de la cueva.

  "?Serás insolente!" Gritó, queriéndome agarrar con su mano, pero la madre de Luciano lo frenó agarrándole del brazo.

  "Amor, por favor, déjala hablar. La culpa no es de Mirella, sino de nuestro hijo que le gusta hacer cosas raras".

  Luego me miró a mí.

  "Mirella, por favor, dile a mi hijo que vuelva a su hogar, que lo estamos esperando. Y si no quiere... solo te pido que lo protejas".

  "?No voy a dejar que se salga con la suya!" Volvió a gritar Rin, esta vez yendo hacia el interior de la cueva mientras pisaba fuertemente el suelo. Pero antes de irse por completo, se detuvo.

  "Si no logramos encontrarlo, más te vale que vuelva sano y salvo, Mirella. Porque si le pasa algo a mi hijo..."

  En ningún momento giró la cabeza para mirarme.

  Me mordí el labio, aguantando las ganas de responderle algo a los gritos, pero sabía que eso solo empeoraría las cosas. él no entendía, no tenía ni idea de lo que Luciano realmente era capaz de hacer.

  "Luciano ha estado diferente desde hace un tiempo. Está más maduro..." Susurró, pero pude escucharlo a la perfección.

  Se terminó yendo hacia dentro de la cueva, y Samira lo siguió.

  Rundia era la única que quedaba afuera.

  "Mirella, ?quién es Aya? ?Es otra persona?"

  "Ella es una nueva amiga y le ense?a sobre la magia a Luciano.

  Y sí, prometo protegerlo y también les prometo que volveremos dentro de poco, cuando Luciano termine".

  "La magia... Todavía no puedo entender esas cosas..." Murmuró, secándose una lágrima.

  "él es solo un ni?o, mi ni?o..."

  "?Luciano puede manejarlo!" Dije en voz alta, poniendo las manos en mi cintura.

  "Estará bien, lo prometo".

  Sentía el peso de esa promesa en mi pecho, pero sabía que debía mantenerme firme. Luciano estaba en un momento importante, y la última cosa que necesitaba era que alguien lo detuviera.

  "Mirella, entonces... él volverá pronto, ?verdad?"

  "?Sí!"

  "Está bien, Mirella... Si dices que estará bien, te tendré que creer. Pero, por favor... no lo dejes solo".

  Asentí con firmeza.

  "?Nunca lo haría!"

  Ella hizo una peque?a sonrisa triste. Dio un último vistazo a la entrada de la cueva, donde Rin había desaparecido, y después a mí.

  "Dile que aunque no quiera decirnos dónde está, lo tendremos que seguir buscando igualmente".

  Dicho eso, entró a la cueva, dejándome sola en la entrada.

  "B-Bueno..."

  Me puse a volar hacia la cueva, aunque un pensamiento malo me hizo detener sobre una rama de uno de los árboles cercanos a la entrada.

  Me crucé de brazos, pensativa.

  "Hmmm... ?Salió bien?" susurré para mí misma, moviendo mis piernas en el aire.

  Al principio pensé que sí, porque pude defender a Luciano. Pero… el papá de Luciano se había enojado mucho. Muchísimo. ?Muchísimo, muchísimo!

  En lugar de sonrisas, recibí enojo. En lugar de alegría, preocupación.

  Mi corazón latió con fuerza en mi pecho.

  ?Significaba que lo había hecho mal? ?Y si por mi culpa ahora estaban todos enojados con Luciano? Eso significa que él podría estar en problemas cuando vuelva.

  "Oh, no".

  Me agarré la cabeza con ambas manos.

  "?Lo arruiné, lo arruiné, lo arruiné!"

  Bajé la mirada, viendo las hojas del árbol moverse con el viento. No quería que Luciano tuviera problemas. No quería que su familia pensara mal de él. ?Pero tampoco quería quedarme callada!

  Aun así... Luciano no se enojaría conmigo, ?cierto?

  él es muy comprensivo. Siempre escucha cuando le hablo y nunca me grita, ni siquiera cuando me enojo con él.

  Me abracé a mí misma, escondiendo la cara entre mis rodillas.

  Sí. Luciano no se enojaría conmigo. él me entiende y me quiere.

  "Entonces... No hay problema", murmuré, tomando aire profundamente.

  Sentí cómo mi pecho se aligeraba un poco. Me levanté de la rama de un salto y volví a usar mis alas en el aire.

  "?Luciano, espérame!"

  Mi mejor amigo siempre estará de mi lado.

  ***

  "... y eso fue todo".

  Lo contó con lujo de detalles, como si realmente fuera algo realmente importante para ella.

  "Ah, ya veo. Definitivamente fue como lo imaginé, pero estoy decidido a terminar de aprender magia y luego volver con ellos".

  Le di unas suaves palmaditas en la cabeza para quitarle esa mirada nerviosa.

  "Gracias por todo, Mirella".

  "?Entonces lo hice bien?" Preguntó, esbozando una ligera sonrisa al terminar de hablar.

  "Claro que sí. Lo hiciste muy bien".

  Extendí la palma de mi mano derecha para que se posara sobre ella. Tenía que demostrarle que estaba satisfecho.

  "?Siiii!"

  Se sentó sobre mi mano con las piernas cruzadas mientras me miraba con solo un ojo abierto.

  "?Y tú qué estás haciendo ahora? ?No deberías estar dentro, practicando magia? ?No me hagas quedar mal!"

  Mirella hizo desaparecer la bola de luz que me había dejado; parece que le molestaba a la vista.

  "Si hubiera estado junto a Aya, seguro que también te hubieras molestado. ?A que sí?"

  Frunció las cejas e infló las mejillas, mirando hacia otro lado. Era increíble el verla cambiar entre tantas emociones en tan solo unos segundos.

  "Bueno... No sé", respondió, soltando un suspiro dramático.

  "Pero, en serio, ?qué haces aquí?"

  "Vine a recargar partículas para seguir probando mi magia".

  Ella inmediatamente saltó de mi mano y se tiró contra el agua mágica, salpicando a los costados.

  "Yo también necesito tener más, ?sabes? Porque y-yo también voy a intentar mejorar mi magia".

  "?Mejorar tu magia?"

  "Eh... Sí, voy a mejorar mi magia".

  "?Y qué significa 'mejorar'?"

  Mirella parecía estar inquieta chapoteando sobre la poca agua.

  "Mejorar es ser mejor".

  Interesante... Sabe explicar bien el concepto de una palabra.

  "?Y cómo se mejora la magia?"

  "?Ay, ya! ?Deja de hacer tantas preguntas!"

  "Está bien. No molesto más".

  Me quedé mirando a Mirella jugar con el agua mágica. Su risa, aunque infantil y despreocupada, me llenaba de tranquilidad.

  Sobre lo que dijeron mis padres... Solo espero que no comiencen a desconfiar de mí.

  Sé que mi mente no es la de un simple ni?o; soy alguien con conocimientos y recuerdos de otra vida. Y eso me hace preguntar si alguna vez podré explicárselo a ellos, si algún día entenderán que no soy el Luciano que creen conocer.

  No he hablado con Sariah respecto a eso; debería hacerlo si es que nos encontramos una vez más.

  Ahora que lo pienso detenidamente, es como si yo hubiera usurpado el cuerpo de otra persona justo al momento de nacer. Aunque si lo veo de esa manera, suena aterrador.

  Es mejor no darle muchas vueltas al asunto. Yo soy yo y listo.

  Mejor pensar en lo bueno: me siento realmente a gusto viviendo en este lugar bajo tierra. No por la forma del lugar o donde está ubicado, sino por la compa?ía; estar solo junto a Aya y Mirella me hace sentir calmado y alegre a la vez. Debe ser porque ahora estoy viviendo una especie de vida de fantasía. Una vida completamente diferente, tal vez llena de problemas, pero al final del día soy feliz y le agradezco a Sariah por darme esta oportunidad.

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  Es emocionante vivir todos los días aprendiendo algo nuevo y a la vez pensando en otras mil cosas nuevas por hacer. Y encima ahora que tengo magia, las posibilidades son infinitas.

  Sentí unos golpecitos en mi pierna.

  "Oye, no quise decir que eras molesto".

  Solté una risa por lo bajo al ver su cara de preocupación. Parecía sentirse mal por haberme gritado.

  "Ah, no te preocupes, Mirella. Solo te estaba molestando para jugar".

  "?En serio?"

  "Sí".

  Justo cuando Mirella estaba por contestar, Aya se asomó por la grieta en la pared; se le veían más las orejas que la cabeza.

  "Chicos, ?de qué están hablando?"

  "De nada importante. Mirella ya pudo hablar con mi familia y ahora está acá".

  "Bueno. Vengan adentro si quieren".

  "Sí, ahí vamos", respondí, comenzando a caminar hacia ella.

  "?Aya, yo también quiero aprender! ?Quiero mejorar mi magia para ser más fuerte!" Exclamó Mirella, entrando primero que yo.

  Aya ladeó la cabeza, visiblemente sorprendida. Sus orejas blancas se movieron un poco.

  "?Mejorar tu magia? ?Y qué podría ense?arte yo?"

  Mirella voló hasta ponerse frente a su cara con los brazos en jarra.

  "?Cualquier cosa sirve!"

  Aya entrecerró los ojos. Creo que estaba analizando sus palabras.

  "?Más fuerte para qué?"

  Yo me fui moviendo para mirarlas a las dos de costado. Esta conversación estaba interesante.

  Mirella desvió la mirada un segundo, como si buscara una respuesta convincente. Pero al final, volvió a sonreír con cierta picardía.

  "Bueno, para muchas cosas..."

  Aya entrecerró los ojos, claramente esperando una respuesta más concreta.

  "?Muchas cosas como cuáles?"

  Mirella infló el pecho como si estuviera a punto de soltar un gran discurso.

  "Para proteger a Luciano, ?obviamente! Si mejoro mi magia, podré hacer muchas más cosas. ?Seré más útil!"

  Aya levantó una mano, pero Mirella no le dio tiempo a responder.

  "Y también porque..."

  Hizo una pausa dramática, llevándose las manos a la espalda mientras giraba en el aire.

  "Porque no quiero que nadie más sea mejor que yo con Luciano".

  Vi cómo las colas de Aya intensificaron su movimiento.

  "Ah, claro... "

  La sala se quedó en silencio por un instante. Me parece que la mujer zorro no entendía muy bien lo que la hadita le decía.

  Conociendo a Mirella, seguro que una de sus intenciones era que Aya no estuviera tan cerca de mí.

  "Está bien", respondió finalmente, bajando la mano.

  "Luciano seguirá practicando lo que ya le ense?é y tú vendrás conmigo".

  "?Sí!"

  Yo no me metí, solo me retiré de la escena y me fui a la pared de las prácticas.

  No pude evitar echar un vistazo detrás de mí antes de ponerme a practicar, porque las dos estaban del otro lado de la sala y yo también quería ver qué hacían.

  "Mira, Mirella, esto se llama barrera mágica, y es lo que puedo hacer con mi tipo de magia", empezó diciendo Aya, poniendo las manos abiertas delante suyo, formando una especie de rectángulo traslúcido color verde.

  "A veces hago algunas que se pueden ver y a veces no se pueden ver. Lo que tú tienes que hacer es romperlas usando tu magia de luz".

  "?Entendido!"

  ?Por qué no le preguntó por qué crea algunas que no se pueden ver? Y se supone que en la grieta hay una barrera, por lo que sería raro que pudiéramos traspasarla, ?sino para qué serviría?

  Aya se puso a construir esas barreras para que Mirella las rompiera con sus haces de luces. Mientras tanto, mis pruebas seguían igual y ya me estaba quedando sin espacio en la pared por hacer tantas figuras geométricas de distintos lados. Luego probé a escribir letras usando solo un dedo. De hecho, me salieron bastante bien.

  Ahora, en una esquina de la pared decía 'Mirella y Luciano, mejores amigos'.

  Antes de que vieran las letras, hundí esa parte con más magia. Si llegasen a descubrir las letras, no sabría qué responderles. Aunque tampoco han preguntado qué es lo que hago. Deben pensar que hago cosas aleatorias o sin querer.

  En un futuro debería ense?arles a escribir y leer, supongo...

  Y así pasaron como tres o cuatro días de práctica en este nuevo lugar en el que casi no tenía noción del tiempo, porque casi que no salía fuera para no tener que encontrarme con mi familia sin querer, y también porque me tardaba mucho en subir y bajar toda la cueva, lo que me cansaba mucho el cuerpo.

  Me quedé mirando la pared frente a la grieta. Aya estaba a mi lado y Mirella estaba yendo y viniendo desde el exterior hasta dentro de la sala, trayendo ramas para encender la fogata porque, según ella, ahora iba a encargarse de armar y encender las fogatas. Lo bueno es que es tan peque?a que afuera no la ven, entonces tiene libertad de moverse donde quiera.

  "Aya, ?este dibujo en la pared para qué sirve?"

  Aya se acercó un poquito más hacia mí, fijando su vista en la pictografía.

  "Bueno, yo lo hice para mostrar cómo el Rey Demonio trajo el mal a este lugar desde hace mucho tiempo y encerró las almas de tres seres mágicos".

  No cuestionó la palabra 'dibujo' y sabe de la existencia de las almas... Interesante. Muy interesante.

  "?Encerrar almas? ?Rey demonio? No entiendo muy bien qué sería todo eso".

  ?Tendrá algo que ver con las piedras mágicas? Así es como surgió Mirella. También es cierto que hay varias en este lugar y no he hecho nada con ellas.

  "No sé quiénes eran..."

  Miró de reojo cómo Mirella dejaba una rama en el suelo y luego se iba.

  "Ni tampoco por qué los encerró, pero sí sé que el Rey Demonio existió. Yo lo vi con mis propios ojos".

  Uhm... Me parece que en algo está mintiendo.

  "?Estás segura? ?Hace cuánto tiempo?"

  "Claro que estoy segura, solo que fue hace mucho tiempo".

  "Ya veo..."

  Me quedé pensando, mirando el dibujo mal tallado en la roca.

  No me creo eso del Rey Demonio, es que sería medio raro. Parece ser como una bestia grande y con dos cuernos, así que yo apostaría a que es una especie de minotauro o algo así. No hay nada más que eso en la pictografía.

  Me acabo de dar cuenta de que en el suelo, contra la pared, hay una roca con punta. Seguro que con esa cosa rompió la piedra.

  "?En serio era malo?" Pregunte.

  "Luciano, eso no se discute. Te acabo de decir que encerró a tres seres mágicos", respondió con demasiada seriedad.

  "Sí, tenés razón... Pero, ?cómo sabés cuántos encerró? Si tampoco sabés quiénes eran, ?no?"

  "Lo escuché de dos mujeres humanas de pelo negro. Hablaban entre sí y decían que vieron cosas que no eran normales".

  Dos de pelo negro... ?No serán Suminia y Samira...? No, ya nos lo habrían contado.

  "Mis padres tampoco sabían qué era la magia hasta que Mirella llegó. Tal vez por eso esas mujeres dijeron eso".

  Ella seguía con su expresión seria.

  "Por supuesto que sí, Luciano. Estaban hablando de alguien con magia".

  "Sí, definitivamente debe ser por eso", respondí, rascándome un poco el cuello.

  "Por cierto, ?me dejarías ver si puedo mejorar tu dibujo? He estado practicando, y creo que podría intentar usar mi magia para..."

  "?No! ?No lo toques!" Gritó, cortando mis palabras de inmediato.

  Apoyó su espalda contra la pared y estiró los brazos, como si quisiera cubrir todo el dibujo. Su respiración era agitada; podía verlo plasmado en su pecho subiendo y bajando violentamente.

  "Está bien, está bien. No toco nada", dije, poniendo las manos en alto.

  Mirella, que justo había llegado a la sala, vino volando hacia nosotros al escuchar los gritos.

  "Luciano, ?está todo bien? ?Qué pasó?"

  "Sí, solo fue un malentendido entre nosotros. No pasó nada malo, tranquila".

  Mirella se nos quedó mirando con la boca entreabierta, pero sin decir nada. Yo aproveché y me fui a seguir entrenando mi magia, pasando por al lado de Aya y viendo que seguía con una cara de terror total. No sé qué le pasó que se puso así de rara desde que empezó a contar eso del supuesto Rey Demonio.

  Esto me hace pensar que detrás de esa pictografía hay algo más, algo que no me está contando. Es como si la historia fuese sagrada para ella; eso noté cuando me contestaba tan cortante y serio, como si ella tuviera la razón en todo lo que decía.

  Claro, lo del santuario debía de tener un significado. Tal vez no por el mismísimo Rey Demonio, sino por ser una forma de ir contra él. Quiero decir, no la veo venerando a alguien malvado, mas la veo como alguien intentando contar una versión de la historia que haga darle temor al otro.

  Al final del día, este mundo es tan desconocido tanto para mí como para cualquier otro, porque, a pesar de tener todos mis recuerdos y conocimientos, hay demasiadas incógnitas que no puedo resolver solo con lógica.

  Dejé de pensar tanto y miré un poco a mi alrededor; este lugar necesitaba un retoque para mejorar su aspecto.

  Primero a recargar partículas...

  Volví a la sala y me dispuse a dejar bien liso el suelo, ya que lo único que sabía hacer hasta ahora era hundir la piedra. Lo bueno es que ya aprendí a usar mi poder sin tener que cerrar los ojos.

  Debo apurarme para hacerlo antes de que Mirella comience a encender la fogata.

  A los pocos minutos, Aya se me acercó mientras yo estaba pasando la mano por el suelo. Ahora parecía tener una expresión más serena en el rostro.

  "Luciano, me disculpo contigo. Es que este santuario es algo muy importante para mí y me asusté al pensar que podrías arruinar mi dibujo", dijo, inclinando su cuerpo hacia delante para mirarme más de cerca.

  "No, está bien, Aya. Nadie va a tocar esa parte".

  Qué feo que haya dicho que yo podía llegar a arruinarlo...

  "Bueno".

  Aya se me quedó mirando sin decir nada más.

  Es cierto... me había puesto a toquetear otra parte del santuario sin pedirle permiso.

  "No te molesta que use mi magia en el suelo, ?no? Perdón por no avisarte, pero me pareció que así quedaría mejor y sería más cómodo para dormir".

  "No. De hecho, me gusta mucho que te preocupes por dejar más lindo el lugar".

  "No es nada. De paso aprovecho para seguir usando magia sin cerrar los ojos".

  "Tienes razón".

  Ella comenzó a caminar hacia la entrada.

  "Eu, Aya", dije de repente, haciendo que se volteara.

  "?Qué pasó?"

  "?Qué harás si logramos liberar a esos seres mágicos?" Pregunté y empecé a alisar el último segmento que me quedaba.

  "No lo sé, Luciano. Pero si alguna vez llegamos a liberar a alguno de ellos... sería algo bueno".

  "?No conocés a ninguna de esas criaturas mágicas?"

  "No".

  De pronto la se?orita diminuta entró volando hasta el centro de la sala.

  "?última rama!"

  "?Y nunca te pusiste a pensar en que tal vez las criaturas que encerraron eran malas?" Pregunté, ignorando a Mirella.

  "Luciano, no me preguntes eso", respondió algo cortante.

  "Pero es importante saberlo, ?no te parece? Si realmente queremos entender lo que sucedió, tenemos que cuestionar todas las partes de lo sucedido, no solo una".

  Si el supuesto Rey Demonio había encerrado a esas criaturas, tal vez tenía una razón válida... ?Y si estaban causando algún da?o y él estaba protegiendo a la gente? Todavía no sabemos qué es lo que hacía nuestra hada dulce y tierna antes de ser encerrada.

  Aya me miró con el ce?o fruncido, como si yo estuviera diciendo algo estúpido.

  "Ya te dije que el Rey Demonio solo puede traer cosas malas. No hay más que discutir".

  "?Oigan, yo también estoy aquí!"

  "Perdón, perdón. Estuve hablando de más".

  Lo bueno de ser un ni?o es que puedo ponerme un poco pesado y Aya no me va a decir nada malo. Total, los ni?os son curiosos.

  "Eso sí, a mí me gustaría que Aya nos contara más sobre el Rey Demonio. ?No te parece, Mirella?"

  "?Alguien se llama Rey Demonio? ?Qué increíble!"

  Definitivamente, Mirella no recuerda nada.

  "Pero yo no sé todo lo que sucedió desde el principio. Algunas cosas las he escuchado... por ahí".

  "No importa, solo queremos aprender".

  "Entonces vayamos a hablar al lado de la fogata mientras Luciano come".

  Se?aló detrás de mí.

  "?Sí! ?Ya la preparo!"

  "Dale, vamos".

  Otra vez humo... Creo que vivir así me va a terminar quitando a?os de vida.

  Cociné un pescado de los que esta misteriosa zorro místico va cazando del arroyo. Mientras la dejamos hablar, Mirella se sentó a mi lado y Aya estaba al frente. Siempre nos sentamos así.

  "Bien, el Rey Demonio era un ser muy malvado que vivía bastante lejos de aquí. Sin embargo, él era tan malo que encerró las almas de tres seres mágicos por algún lugar de estas tierras.

  Esto es lo más importante que deben saber. Y yo les puedo asegurar que una vez lo vi merodeando por entre los árboles del bosque. Tenía el cuerpo color marrón, unos pies extra?os y su cara era muy fea. Daba miedo.

  Con respecto a qué le sucedió... Yo no lo sé con certeza, solo escuché lo que susurraban las personas del bosque hace mucho tiempo, y oí dos versiones: una es que murió en algún momento y la otra es que se metió dentro de las llamas eternas y allí se esconde".

  "?Las llamas eternas?" Preguntó Mirella.

  "Sí, es un fuego que no desaparece y se esparce como el agua", respondió Aya.

  Parecía un acertijo... Yo diría que es lava.

  "?Suena increíble!"

  Aya tomó una pausa, y su mirada se perdió en las llamas de la fogata antes de hablar.

  "Estas llamas eternas están en un lugar muy alto y muy lejos que pocos se atreven a visitar. Se dice que es un hogar creado por el mismísimo Rey Demonio, donde luego quedó atrapado al intentar controlarlas. Algunos creen que su alma sigue allí, haciendo crecer el fuego con su maldad. Pero no hay certeza, y muchos prefieren no hablar de eso".

  ?Tanto misterio para decir que el minotauro está en un volcán? Ya debe estar recontra muerto el tipo ese si se metió en la lava.

  Supongo que Aya tiene mucho miedo de él porque puede llegar a encerrar su alma y es por eso que se oculta en un lugar tan profundo.

  "?Entonces vayamos a las llamas eternas!" Exclamó Mirella, muy ilusionada.

  "No es tan simple, Mirella. Las llamas eternas son extremadamente peligrosas y hay mucho camino que recorrer. Además, si este ser malvado está realmente allí, enfrentarlo podría ser muy peligroso, porque podría encerrar nuestras almas".

  "?Oh! ?Pero yo quería conocer las llamas eternas!"

  "No, Mirella. Eso no se puede".

  "?Tú ya las has visto?"

  "No, nunca quise acercarme ahí.

  "?Pero yo puedo ir volando!"

  "?Entonces vas a dejar a Luciano solo?"

  "?Claro que no! Solo... bromeaba".

  Di la vuelta al pescado antes de intervenir en la conversación.

  "No te preocupes, Mirella. En algún momento vamos a ir. ?Querés que te lleve?"

  Mirella pegó un salto alto con los brazos levantados.

  "?Sí! ?Eres el mejor!"

  Aya hizo un suspiro lo suficientemente fuerte para que lo escucháramos los dos.

  "Luciano, tú todavía eres un ni?o, y esto no es algo que podamos hacer impulsivamente. Debemos ser cuidadosos con lo que hacemos y decimos".

  Le hice un gui?o a Aya, aunque no sé si entendió el gesto. Solo estaba intentando hacer que Mirella se pusiera feliz.

  "La verdad es que sos increíble, Aya. Sos tan valiente que hasta lograste ver al min... ?Al Rey Demonio! Te felicito y te doy las gracias por dejar estos dibujos acá. Tal vez en un futuro le sirva a alguien para que la lucha de esos seres mágicos no quede en el olvido".

  Más allá de la peque?a ironía, es interesante ver que alguien haya comenzado a hacer pictografías en las paredes. ?Será que los seres mágicos tienen mayor capacidad intelectual al ser creados por Sariah? Aunque no es que se note mucho en Mirella... Es bromita.

  Noté cómo se puso a mover las orejas de izquierda a derecha.

  "No es nada. A mí me gustó hacer eso y espero que alguien más pueda verlo".

  "?Y entonces nos vas a acompa?ar a las llamas eternas?"

  Detuvo sus orejas en seco.

  "?Estás loco, Luciano? ?De verdad lo estabas diciendo en serio? Es un lugar extremadamente peligroso. No sabes lo que podrías encontrar allí".

  "Pero si logramos encontrar alguna pista sobre el Rey Demonio, podríamos evitar que otros seres malvados sigan sus pasos. Además, las tengo a las dos para ayudarme".

  Ella jugueteó con su cabello mirando hacia otro lado. Sus colas se movían de un lado a otro, casi como si estuvieran limpiando el piso.

  "B-Bueno... Ya veremos qué hacer, entonces... ?Pero primero debes ser más adulto!"

  Se levantó de inmediato y caminó hacia la pared, observando su dibujo con detenimiento.

  "Entonces iremos más adelante".

  "?Sí!" Gritó Mirella.

  Estaría bueno ir, obvio. Sin embargo, ella tiene razón y habla con mucho sentido común respecto a ese tema. Se nota que quiere cuidarnos de futuros peligros. Hasta diría que a veces actúa como una madre.

  Quiero que Aya se convierta en mi nueva amiga, en mi compa?era. Además, parece tener un gran potencial para guiar a un grupo y eso me gusta de ella, entre otras cosas...

  También quiero tener su magia defensiva de mi lado.

  Terminé de comer y miré a Mirella, que ahora estaba sentada a mi lado con las piernas estiradas.

  "Mirella, ?me acompa?arías a buscar unas hojas grandes para poder dormir más cómodos?"

  "?Quieres que las busque yo sola?"

  "No, porque son varias. Además, ya me fijé de dónde sacarlas".

  "Bueno, te acompa?o".

  "Gracias".

  Caminé en puntas de pie hasta el otro lado de la grieta, con Mirella esperando desde la parte de adentro.

  "?Hey, Aya!" Grité de manera exagerada, poniendo las manos alrededor de mi boca.

  Aya se dio la vuelta bruscamente.

  "?Qué están haciendo ahí, Luciano?"

  "?Nos vamos a buscar unas hojas para dormir más cómodos!"

  Ella me miró con los ojos entrecerrados, como si estuviera intentando leer mi mente, pero yo contraataqué saludándola con la mano y regalándole una gran sonrisa.

  Qué exagerado soy a veces... Es que estoy medio aburrido e inquieto.

  ***

  Como a los cuatro días, noté un cambio en mi uso de la magia.

  "?Mirá, Aya! Pude crear algo en vez de solo poder hundirlo", dije, mostrándole que había quitado un trozo de piedra de la pared con forma de círculo.

  "?Eso es increíble! Entonces tu magia se trata de darle forma a la piedra o a las cosas. ?Sabía que podías hacer esto!"

  Para usar mi magia debía concentrarme bien y pensar en qué hacer, como lo había dicho Aya. Solo era cuestión de tiempo para que lo dominara del todo.

  Lo mejor vino cuando tomé el círculo con las dos manos y lo transformé en una varilla.

  "?Oigan, yo también existo!" Gritó Mirella desde el otro lado de la sala y se acercó rápidamente.

  "?Wow! ?Qué es eso? Se parece a una rama. ?Me encanta! ?Eres genial, Luciano! ?Muy genial!"

  Voló cerca de mis manos mirando el objeto desde todos los ángulos posibles. Sus movimientos eran algo exagerados, pero ella demostraba su curiosidad de esa manera.

  Ahora empieza lo bueno.

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