Tras escuchar las órdenes, los cuatro investigadores en la sala de hormigón se miraron los unos a los otros hasta que uno de ellos habló y dijo:
—Lo hago yo. Pero me invitan los tragos y las entradas para el partido de este sábado.
—Bueno, suerte en la misión—Respondió uno de los científicos caminando hacia la puerta.
Los otros dos científicos también comenzaron a caminar a la puerta para irse, dejando al científico que propuso completar la misión solo en la habitación.
El único científico en la habitación de hormigón se acercó hasta el libro con cubierta negra arriba del pedestal y observó como todos los reclusos lo miraban con expectación.
Por razones de seguridad y para proteger sus estados mentales, a los científicos de campo como él nunca le contaban como terminaban los reclusos que participaban en los experimentos. Pero el científico en su mente siempre rezaba para que los reclusos salieran vivos y pudieran rearmar sus vidas.
El científico miró con atención la cara de todos los reclusos para guardar sus rostros en su mente y rezar por la seguridad de todos ellos. Acto seguido el científico abrió el libro arriba del pedestal y preguntó en voz alta:
—?Cuál es la historia del observador investigado por Oliver Murphy?
Las páginas amarillentas y arrugadas del libro comenzaron a tornarse completamente negras y los hongos que cubrían el agujero del pedestal comenzaron a desintegrarse. No obstante, el científico no observó esta escena, ya que él se encontraba caminando con lentitud hacia la puerta. Una vez el científico llegó hasta la puerta, procedió a salir de la habitación sin darse vuelta para observar qué es lo que estaba ocurriendo detrás de él.
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Los reclusos observaron con cierto temor y expectación lo que estaba ocurriendo en el pedestal en medio del círculo formado por las sillas en donde estaban sentados.
Con lentitud los hongos fueron desintegrándose, revelando nuevamente el agujero del pedestal. Cuando el orificio se reveló, un olor putrefacto invadió la habitación, dándole ganas de vomitar a todos los reclusos.
Inmediatamente, una niebla roja comenzó a salir del agujero del pedestal, dejando todo el piso de la habitación de hormigón llenó de niebla roja. Cuando la niebla llegaba hasta la altura de la cintura de los reclusos sentados, unas ara?as comenzaron a salir del agujero de hormigón.
Las ara?as eran peludas y completamente negras. El tama?o de las ara?as era anormalmente grande; siendo tan grandes como una gallina. En las espaldas de las ara?as crecía como unos tumores las cabezas de unas personas sin rostro.
Con velocidad las ara?as salieron de agujero y corrieron hasta las personas sentadas en círculo alrededor del pedestal. Sin darles tiempo a decir una sola palabra a los reclusos, las ara?as saltaron sobre los rostros de las personas y se pegaron a sus cabezas como parásitos usando sus patas.
Cuando las 6 ara?as lograron pegarse a los rostros de los reclusos, entonces la cabeza sin rostro que estaba en la espalda de las ara?as comenzaron a adquirir rasgos faciales.
Con lentitud, el rostro de Ernesto, Carlos, Juan , Mario, la esposa y la prometida se formaron en las espaldas de las ara?as. Cuando se completaron las transformaciones, el libro con hojas completamente negras comenzó a escribir en blanco la complicada historia de una familia que vivía en una estancia rural.